Hace unos días me subí un avión, atravesé el Mar del norte, sobrevolé un océano y aterricé en tierra firme. No publiqué ni una línea en redes sociales ni hice ninguna fotografía. He aplicado lo que algunos llamarían mindfulness mientras viajas, un concepto que te puede abrir una puerta a un mundo de sensaciones que te podrías estar perdiendo por hacer otras cosas.
Sólo cinco personas de mi entorno se enteraron de ese viaje. No se trataba de un viaje secreto ni de ninguna cosa oculta. Simplemente decidí disfrutar de otra manera mi tiempo, mi espacio y mis experiencias. Estaba aplicando la atención consciente a lo que estaba haciendo y lo he disfrutado mucho más que en otras ocasiones.
La atención plena
¿Qué es mindfulness? Es la primera pregunta que debemos hacernos antes de comenzar. Se trata de un estado de atención y conciencia plena en lo que hacemos y vivimos. Es estar presente, saber apreciar cada trocito de vida y en ese apreciar debe apoyarse la paz y el disfrutar.
He titulado esta entrada Mindfulness para simplificarlo, pero la idea de atención plena va mucho más allá. Y no nació con el Mindfulness, sino con el Budismo hace más de 2500 años. La filosofía (no religión) budista hace referencia a la atención plena apoyada en la meditación y con una carga de contenido mucho más grande.
Mira también
Imagínate esta situación: Te levantas la primera mañana de tu viaje y te vas a hacer un café antes de salir ¿En qué piensas? Estarás pensando en el sitio que vas a visitar, en el frío o calor que hará afuera, en si tendrás que pagar o no por entrar a ese lugar, en dónde vas a comer después; en un montón de cosas. ¿Y sabes en qué no pensarás? En el café. No te vas a detener a pensar en cómo huele el café, en cómo calienta tu mano cuando agarras la taza, en el color marrón o en cómo la espuma va desapareciendo. No oirás tampoco el ruido que haces al beberlo ni la temperatura que cambia al entrar en tu cuerpo. Te estarás perdiendo algo simple pero a la vez maravilloso.
Pero no te preocupes, aplicar mindfulness mientras viajas es posible.
Mi experiencia
Me levanto todos los días a las 5 de la mañana para meditar. Después miro los árboles por la ventana (tengo un bosque al final de mi patio) y me detengo allí unos minutos haciendo nada. Todo eso es tranquilo, perfecto y armonioso. Pero todo (excepto la meditación) desaparece cuando viajo.
Al viajar sigo meditando, pero ya no me detengo a apreciar las cosas que me rodean. Me levanto, desayuno con cierta prisa, agarro mi cámara, mi teléfono móvil y mi mochila y salgo a la calle.
En los sitios que visito hago fotos con mi cámara, otras con el móvil para subirlas a Instagram, subo algo a Twitter y ya que estoy “tengo que” hacer lo mismo con Facebook. En ese momento me creo la historia de que tengo un trabajo que hacer y debo hacerlo. Estoy allí, en ese lugar al que viajé para hacer una foto y que la vea alguien en la comodidad de su sillón y, de paso, alimente mi ego con un like.
Pero en ese viaje que hice del que hablaba al inicio no hice nada de esto. No salí con la cámara a hacer fotos, ni me detuve a postear ni un solo rincón que visité. Me concentré en caminar, mirar y disfrutar.
Estas son las 8 cosas que aprendí (o reforcé) mientras viajaba y que podría ser muy útil si buscas aplicar mindfulness mientras viajas.
8 claves para aplicar mindfulness mientras viajas
Mira sin pensar en nada más
A veces miramos objetos, edificios o lugares y nuestra mente está volando en el siguiente sitio que visitaremos en cómo esa señora hace fotos con flash donde no se debe o ese otro entra a los gritos. Olvídate de todo y simplemente aprecia los detalles.
Nada pasa si no lo publicas
Si no publicas absolutamente nada podrías vivir una experiencia increíble. Pero no digo que llegues a tal extremo. Simplemente no te obsesiones con publicar todo lo que ves. ¿Y sabes por qué? Porque al final del viaje te habrá parecido que no viajaste, que no viste nada y al cabo de unos meses no te acordarás de nada. Todo se diluirá.
Olvídate del móvil por un segundo
Soy de los que lleva móvil, cargador y batería extra cuando sale a la calle en un viaje. Saber que te puedes quedar sin batería puede ser una invitación al pánico. Pero también he aprendido con el tiempo que el teléfono móvil es importante pero solo en su justa medida. Estar pendiente de él hace que estemos menos pendientes de otras cosas, tal vez, mucho más interesantes. Si viajas para mirar el móvil, no viajes.
Siéntate a ver la gente pasar
Hace unos meses estaba en Berlín. Llevaba pocos días viajando pero estaba corriendo mucho porque tenía que ver muchas cosas. Hasta que me cansé, Me cansé física y emocionalmente así que me senté en una plaza bajo un árbol y no hice nada más. Nada. Al cabo de unos minutos me concentré en la gente que pasaba, en el ruido que hacían cuando caminaban, en los colores de la ropa atravesando la plaza en la que estaba yo. Es una experiencia bonita y agradable que la recomiendo estés donde estés.
Cierra los ojos y escucha los sonidos
Imagínate que entras en una iglesia, un castillo o un edificio centenario. Está lleno de detalles en su interior, sus ventanales son inmensos, los altares recubiertos de oro, el suelo tiene terminaciones de vaya a saber qué arquitecto. Todo muy bonito pero no sabemos a qué suena. Sentir los sonidos mientras tenemos los ojos abiertos es difícil. Intenta cerrar los ojos por un segundo y apreciar lo que tienes alrededor. Verás que hay sentidos que estamos perdiendo por enfocarnos mucho más en otros.
No hace falta que hagas una foto de todo
Este consejo me lo intento aplicar cada vez más. La clásica imagen del turista japonés disparando su cámara a cuanta cosa ve se ha transformado en una realidad para muchos de nosotros, los occiedentales, gracias a cámaras que te dejan hacer cuanto quieras sin que te cueste una moneda. A los meses de haber viajado a un sitio miro las fotos que hice y me doy cuenta que hay sitios que no reconozco. No reconozco lugares en los que estuve hace tan solo unos meses. Eso se debe a que no estuve prestando atención, que la atención consciente estaba muerta y que, tal vez, me perdí algo precioso por hacer una fotografía.
Tu no eres importante
Llegas a un sitio, sacas tu teléfono, te haces una foto de tu cara, la subes y te vas al siguiente punto de interés. Cuando miras con detenimiento te das cuenta que casi no se aprecia dónde estás y que si hacías la misma imagen en la cocina de tu casa el resultado sería muy similar. No digo que no te hagas selfies, ni que disfrutes guardando cada momento; simplemente piensa que, tal vez, no es tan importante que subas una imagen de tu sonrisa en cada lugar. Puedes hacer la prueba y verás cómo, al cabo de unos intentos aprecias otras cosas que antes no lo hacías.
Hola chicos,
he visto vuestro artículo por Twitter y la verdad es que me ha parecido muy interesante. Yo también trato de aplicar el concepto «Carpe Diem» siempre que viajo, aunque a veces no es posible por el estrés que llevamos encima cuando hacemos rutas.
Igualmente, sí que es cierto que ahora no me preocupo tanto de las fotos. Y sobre redes sociales (también tenemos un blog) procuramos publicar por la noche al llegar al alojamiento. Sin prisas ni presiones.
Un saludo!
Salir de ese ritmo de en el que vivimos es difícil porque es exactamente eso: nuestra vida. No nos podemos engañar pensando que podremos estar aislados o ajenos a la realidad, pero es genial ver que podemos encontrar espacios y momentos para detenernos.
Lo mejor es ver que no soy el único ;)
Un fuerte abrazo y a seguir con ese magnífico blog
Magnífico artículo. Una inspiración para vivir y disfrutar los viajes desde una perspectiva diferente.