Los cinco platos más raros que me comí en un viaje

Dicen que para vivir todas las experiencias posibles en un viaje hay que hacer las mismas cosas que sus habitantes, dormir donde ellos duermen, pasear donde ellos pasean y comer lo que ellos comen. El tema es que muchas veces esas comidas son, por lo menos, un poco raras y necesitan que cierres los ojos y pierdas los prejuicios para disfrutarlas, pero saldrás de allí con una experiencia inolvidable.

Carnicería en Casa Blanca
Camello, caballo y hasta vaca tienen en esta carnicería.

Como hay tantas comidas raras que puedes probar, cosas tan extrañas que te puedes meter entre pecho y espada es mejor no olvidarlas así que aquí van, al menos, cinco de las más raritas:

Camello. Como ya conté en la entrada del viaje a Casa Blanca no me pude resistir a ver unas cuantas cabezas colgadas en una carnicería al aire libre y me pedí un medio kilo de carne picada de camello para hacerme una hamburguesa: tiene un sabor fuerte, un poco amargo y algo seca, prefiero una buena ternera pero la experiencia no te la quita nadie.

Cebra. Esto fue más lujoso; ni siquiera estaba hecha a las brasas o de manera artesanal, era un carpaccio del animal rayado en un restaurante de Madrid pero aseguraban que te lo traían de algún país africano del cual no conocían el nombre. El sabor era como el de un carpaccio cualquiera aunque un poquito más fuerte.

Caballo. Cuando fuimos a Lausanne, en Suiza, visitamos un restaurante que tenía comida típica de allí y aun cuando el caballo no es un plato que un suizo lo ponga en su plato siempre te lo ofrecían como Steak Tartar o, dicho de otra forma: comí carne picada cruda de caballo y estaba de muerte, uno de los mejores platos que probé en mi vida y acompañado de una copa de vino titno no tiene desperdicio.

Carpincho. Si digo «carpincho» o «capibara» no os dice mucho, pero si os digo que es el roedor más grande del mundo ya os podéis hacer una idea. No se parece en nada a la rata, aunque son parientes, su sabor es de una carne un poco dulce y su textura es algo por lo que cualquiera pagaría millones. Yo me lo comí a la parrilla en medio de la selva brasileña hace unos años y lo repetiría.

Lagarto. Hace unos cuantos años, en el norte de Argentina, me ofrecieron comer una iguana y fue, hasta ese momento, lo más extraño que pude llevar a mi boca. Me explicaron que sólo se come la cola por estar llena de carne y la verdad es que es tierna, sin grasa y tiene un ligero sabro a pescado.

Y tu ¿cuál es el plato más raro que te comiste?

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9 comentarios

  1. No están mal esos «platillos» ;-)
    Tantas cosas que comer en el mundo… y eso sin hablar de insectos. Eso sí, lo de comprar carne en una carnicería de marroquí, de las tradicionales con la carne colgada en la calle, no lo haría ni loco :-| aunque la he comido en los restaurantes, claro…

  2. Madre mía, con lo especial que soy con la comida, que me gustan pocas cosas… Creo que podría llegar a probar el camello, la cebra o el caballo, pero rata o lagarto ni en sueños!!! jejeje
    Besotes!

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