Sabíamos, cuando nos despertamos, que hoy sería nuestro último vuelo interno, que las vacaciones comenzaban poco a poco a llegar a su fin y por eso no tendríamos que desaprovechar ningún minuto así que qué mejor opción que ir a ver unos cuantos monos que tienen su propio templo.

Después de desayunar en un columpio en la azotea del hotel bajamos a negociar con un conductor de tuc-tuc (me gusta llamarlo así aunque algunos le digan tuktuk) y acordamos que por 500 rupias (unos ocho euros) nos tendría dando vueltas por algunos sitios antes de ir al aeropuerto.
A las afueras de Jaipur hay un templo muy particular porque está habitado por monitos. El señor del tuc-tuc nos llevó hasta la base de la montaña y con la mano nos hizo seña que subiéramos y que él esperaría. Así que comenzamos nuestra travesía, caminamos y caminamos por unas callecitas de piedras durante una media hora hasta llegar a lo más alto, entramos en un templo pero no había ni señales de esos animales así que otro hombre nos dice que estábamos a mitad de camino; miramos a lo lejos y perdido entre unas rocas altísimas se veía, diminuto el templo.
Seguimos caminando mientras un perro nos guiaba por donde debíamos ir, nos esperaba cuando descansábamos y luego seguía junto a nosotros. Finalmente llegamos y tras más de una hora subiendo y bajando montañitas no sabía si veía personas o monos con el sudor que me corría por todos lados.

Después de estar allí volvimos a caminar otra hora y le pedimos a nuestro conductor que nos lleve a algún restaurante con aire acondicionado así que el hombre nos mete en uno que parecía estar en el medio de Londres: todos rubios, hablando inglés y una carta con unos precios que asustaban así que nos levantamos sin probar bocado y nos fuimos a otro más barato.
El día se nos hizo corto así que volvimos al hotel a recoger nuestras mochilas y de allí al aeropuerto de Jaipur a esperar nuestro vuelo que nos llevaría a Nueva Delhi, la primera y última ciudad que visitamos en India y donde aun quedan muchas cosas por hacer.
En @elblogdeviajes Día 16: Una monada antes del último vuelo http://t.co/k2fgDBGH