Llegamos a Varanasi, la ciudad espiritual de la India y lo primero que nos encontramos al salir de la estación de trenes es a un par de señores envueltos en ropa naranja y cabeza calva. Cuando salimos, Carlos, un conductor de tuc-tuc- nos enseña un libro de firmas de españoles que recomiendan sus servicios y como no parece mala persona le pedimos que nos lleve al hotel.

Llegamos y después de ver que la habitación tiene agua caliente y aire acondicionado nos damos una ducha y nos relajamos un poco hasta que sentimos las señales de lo que veníamos esperando desde el primer día: los problemas estomacales llegaron y Mirichán es la primera en sufrirlo. el resto del día lo pasamos en el hotel, Miri intentó comer algo pero el dolor fue más fuerte.
Al anochecer, cuando estábamos en mejor estado salimos a recorrer un poco la ciudad; fuimos a ver cómo cremaban a una persona, dimos una primera mirada al río Ganges, o «Ganga» como le llaman aquí, visitamos sitios donde hacen tejido de seda a mano y terminamos en el local de un vendedor de seda que nos ofreció sus mejores telas. No pudimos decir que no y ahora la mochila va con algunos pequeños recuerdos indios.

El día terminó temprano, con una pequeña cena de arroz blanco para Mirichán y pronto nos fuimos a la cama, lo interesante vendría al día siguiente: había que levantarse a las 5 de la mañana para ir a navegar por el Ganges y ver los rituales hindúes de purificación.
Día 5: Entre la seda y los problemas de salud http://t.co/4c3LY2JF por @arolissimo