Día 1: Delhi es agotadora y vertiginosa

 El viaje desde Londres a Nueva Delhi no fue de los mejores; estuvimos una hora y media encerrados en el avión sin despegar porque faltaba alguien de la tripulación, después una niña no paró de llorar durante las 7.20 horas que duró el vuelo, literalmente no paró de llorar.

Tuc Tuc India
Nuestro conductor del tuc-tuc

Al llegar al aeropuerto nos esperaba un señor en un taxi con el que habíamos acordado de antemano que nos lleve al hotel, aquí eran las 9 de la mañana pero para nosotros eran las 6 y no habíamos pegado ojo así que nos metimos en la habitación y roncamos durante 3 horas.

Al mediodía, en esta tórrida ciudad, decidimos salir a caminar y a buscar algo que comer. Casi no hay aceras así que deambulamos por las calles entre táxis, tuc-tuc, vacas y rikshaw hasta que apareció el primero, uno de los tantos indios que intentan venderte algo, éste era el conductor de un tuc tuc que nos persiguió y nos insistió para llevarnos por ahí, nos enfadamos, no le hicimos caso y seguimos caminando.

Las motos nos pasaban por al lado mientras seguíamos caminando, junto a un puesto de frutas un par de señores se enredan en una pelea y uno de ellos le da unos cuantos golpes a otro y lo arroja sobre el carrito frutero. No es nuestro tema así que seguimos.

Al fin a eso de la 1.30 encontramos un sitio donde comer, el Iria Sweet. Entramos y comenzamos a ver todo picante, pedimos un par de platos de arroz, dos tipos de salsas diferentes y una botella de agua. La gente no dejaba de mirar a Mirichán, ella piensa que lo hacen porque es diferente, yo creo que simplemente es atractiva.

vacas en las calles de Delhi
Las dueñas de la calle

Salimos de allí después de tomarnos nuestra dosis diaria de pastilla anti malaria y fuimos a buscar un tuc-tuc. Regateamos un poco y el señor nos bajó de 200 a 50 rupias para llevarnos hasta el Fuerte Rojo.

Si hay conductores suicidas, esos están en Delhi, vanmuy rápido, se cruzan por cualquier parte, hacen maniobras raras y frenan tan de golpe que tienes que agarrarte con fuerzas, pero en realidad después de andar un poco con elloos te dan tranquilidad y confianza porque saben lo que hacen.

Después de pasear por el Fuerte Rojo, fuimos a una mezquita donde estuvimos sólo un instante y volvimos a coger un tuc-tuc para ir hasta el hotel porque estábamos tan cansados que necesitábamos volver a la cama.

Antes de entrar buscamos algo de fruta, un poco de pan y una casa de cambio. En la primera casa de cambio el señor nos dijo que no tenía tanto dinero y que tenía que ir a cambiar, que cogería nuestro dinero, se iría por ahí y volvería con las rupias. Como no confiamos un gramo le dijimos que no, discutimos un poco y nos dijo que saliéramos de su oficina; por suerte para nosotros dimos con otra casa de cambio donde nos hicieron mejor precio.

Ahora estamos en la cama del hotel, es un hotel bonito y cómodo (lo queríamos así la primera noche) y en la tele hay mucha música Bollywood y en un rato más iremos a dormir porque mañana tenemos que ir a coger un tren para ver el Taj Majal.

 

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