Escribió Julio Verne que si miramos en el horizonte del mar justo en el momento del atardecer, podremos ver un rayo verde que contrasta con todo el naranja del sol poniéndose. La mirada tiene que ser precisa, aguda y no pestañear porque dura tan solo unos segundos.
Me acordé de él cuando visité el faro de Neist Point, tal vez me acordé de Verne porque lo visité justo al atardecer, porque es un faro, como El Faro del Fin del Mundo del escritor francés (aunque sin asesinatos de por medio) y porque las olas frías azotando contra los acantilados de formas geométricas hacen que la mente vuele, que te imagines en aquel rincón escribiendo e imaginando historias.
Esa tarde Miri y yo llegamos acompañados de nuestros amigos y descendimos unas colinas para subir otras después mientras a un lado y a otro de nuestro camino las cabras nos miraban tranquilas y volvían a pastar. Esa tarde me sentí completamente relajado, sin hacer nada más que ver el mar y esperar encontrarme el rayo verde.
El sitio parece abandonado, aunque supimos que alguien vivía allí para cuidar el faro y soltar toda la luz necesaria para que ningún barco se estrelle contra la costa; algunos visitantes intrépidos como nosotros habían decidido pasarse por el sitio también y se mezclaban con las cabras que no paraban de comer. Caminamos un poco más y llegamos a la costa, al acantilado llamativamente alto y con rocas de formas extrañas.
Esa fue, tal vez, una de las tardes más tranquilas que he pasado en mucho tiempo. Si alguien me pregunta qué ver en Neist Point mi respuesta es “todo y nada” no hay miles de atractivos, ni museos, ni visitas guiadas; hay un faro que parece abandonado, decenas de cabras que no hacen más que pastar y mirarte de reojo, el mar, el verde y la puesta de sol como pocas.
¿Qué hacer en Neist Point? La respuesta es muy simple: Respirar profundo, dejar volar la mente, construir algunos pequeños pilares de piedra que nadie destruirá y, finalmente, detener la vista en el horizonte esperando encontrarnos con el rayo verde, ese halo de luz que sólo aparece, decía Julio Cortázar, después de mucho insistir, esperar soñar.
Pues ganas de ir allí es lo que me han entrado al leer tu post.
Chao!
Te va a encantar seguro, es un sitio precioso
Hola. Me ha encantado tu artículo sobre el Neist Point. Sobre todo por citar a mi preferido, el maestro Verne. Pensaré en ello la proxima vez que vaya… Igual hasta veo dicho rayo.
Un saludo.