Cuando hablamos de vino a casi todos nosotros se nos va la mente España, Francia e incluso Chile. Pero son pocas las personas que han disfrutado de un vino argentino y que conocen la gran calidad y variedad que poseen en el país del tango. Una de las zonas más productoras es Mendoza y cuando Arol y yo estuvimos allí, no desperdiciamos la oportunidad de visitar un par de bodegas y probar los vinos. Escogimos dos emplazamientos muy diferentes, pero los dos fueron fantásticos.

Bodegas Cecchini – la delicadeza de lo orgánico
Las bodegas Cecchini son pequeñas y familiares. Se trata de una tradición que comenzaron dos italianos emigrantes en 1910 y que continúa hasta nuestros días. Sus uvas son cultivadas orgánicamente, sin productos químicos añadidos. Esto hace que su producción sea más pequeña que en otras bodegas, pero es una delicia para todos los sentidos poder disfrutar de un poco de vino tan especial. El que más me gustó fue un vino blanco, afrutado, llamado Moscatel de Alejandría, que realizan con uvas merlot. Ofrecen una cata a los visitantes, que es servida por el propietario de la bodega, quien además de describir las cualidades del vino, te enseña qué debes hacer para degustarlo mejor en boca.

Me encantó esta excursión por la cercanía y personalidad de todo lo que vimos. Sentí que aquel señor no solo era un empresario, sino que era un amante de todas y cada una de las uvas que colgaban de sus vides.
Bodegas de la familia Zuccardi – la elegancia de una familia
Estas bodegas son muy grandes y producen muchos tipos de vino diferentes. Poseen las técnicas más avanzadas para que el vino sea simplemente perfecto. Exportan a muchos países del mundo, siendo España uno de ellos. La excursión por las bodegas es mucho más profesionalizada que en el caso anterior, y también sus catas, con azafatas incluídas en la experiencia. Disponen de unas instalaciones mucho más grandes, en las que organizan todo para que puedas quedarte a comer. Arol y yo no perdimos la oportunidad de degustar su interesante menú que por supuesto fue acompañada por los vinos que ellos mismos elaboran.

La comida era simplemente deliciosa y mientras degustábamos las ricas empanadillas, los cortes argentinos de carne y las deliciosas verduras a la parrila yo pensaba que quizá fuera el otro lado del vino: la elegancia y clase que posee una copa de vino si sabes disfrutarla bien.

No te vayas de Mendoza sin visitar una bodega o sin buscar algo de vino local en los supermercados o en algún restaurante. Te gustará y además, podrás contárselo a ese amigo de La Rioja que siempre defiende el vino español como el mejor. Y si no quieres esperar a la próxima vez que te acerques a Argentina, puedes encontrar los vinos de la familia Zuccardi aquí.

No me da tiempo a estar 100% al día de las maravillas de tantos blogs y por eso no suelo pararme a comentar en éste, pero hoy no puedo dejar pasar la oportunidad de decir que en «mi mundo» los vinos de Argentina son famosísimos. Quizá porque realmente empecé a tomar vino cuando ya me había ido de España y en el mundo anglosajón los vinos argentinos son muy apreciados y están disponibles en todas partes a precios muy competitivos para su excelente calidad. Lo mismo con los chilenos, dicho sea de paso. Aquí, en horquillas de precio similares, superan ampliamente para mi gusto a los franceses, italianos y californianos, que son los vinos más populares por estos andurriales.
¡Muy linda nota! Como argentinos, estamos orgullosos de nuestros vinos, que siguen creciendo día a día… Cuando estén por Argentina, no tienen que dejar de probar los vinos de otras provincias, no sólo de Mendoza: el Torrontés de Cafayate (Salta), el Torrontés Riojano (de La Rioja, Argentina), los vinos de San Juan, y los vinos de la Patagonia, especialmente el Pinot Noir.
¡Nos dieron ganas de servirnos una copa!
¡Saludos!
RT @ElBlogdeViajes «A esta hora me tomaría un vinito ¿no te apetece? http://t.co/VKkMEJAu» <Cada vez más #vino y #viajes ¡Nos apuntamos!