Mi insólito y accidentado viaje en una patrulla de policía

En Padre Buodo no había nada. Un pequeño cruce de carreteras en medio de La Pampa, Argentina, donde una estación de policía rodeada por algunas casas, una gasolineras y un restaurante eran toda la civilización que se podría ver en kilómetros. A partir de allí se separaban los caminos para ir al sur o hacia la cordillera y a partir de allí comenzó esta historia.

Solitaria carretera de La Pampa
Solitaria carretera de La Pampa

El camionero que me llevó hasta allí mientras hacía autostop conocía a uno de los policías y le pidió que me buscara un transporte. Pero la realidad es que son pocos los que pasaban por esa zona, el día pasaba y no había suerte, hasta que uno de los policías me invitó agua, comida y me dio un poco de charla; también me invitó a que lo ayude a cortar unos pastos con una máquina con la que estaba peleando.

Como no tenía nada que hacer y no parecía que vaya a avanzar mucho en aquel casi desierto cogí la máquina y me puse a bajar la altura de ese pasto aunque duró muy poco mi trabajo. “Deja eso que va a llegar un compañero con el patrullero nuevo y te llevará hasta…”. Yo no escuché hasta dónde me iba a llevar, sólo pensé que iba a ser la primera vez que iba a viajar en un patrullero y, además estaba nuevito.

Aunque eso de “nuevito” era sólo una forma de decir porque el vehículo había estado dos meses en el taller y le habían arreglado todo, pero seguía siendo un patrullero y yo estaba emocionado. Llegó el hombre, delgado, con bigote en forma de herradura y cara de pocos amigos; lo acompañaba un joven de pelo rapado y camisa de flores coloridas.

Sin esperar mucho me metí en el asiento trasero de mi nuevo transporte y me quedé calladito como si me llevaran preso. Anduvimos unos 20 kilómetros cuando sentí un estruendo junto a mi y el coche se inclinó hacia donde yo estaba sentado. Miré por la ventanilla y vi cómo la rueda de mi lado nos adelantaba y se hundía entre unos pastizales.

El coche nuevito había perdido una rueda dos meses después de estar en el taller. El joven de pelo rapado y yo nos metimos entre los pastos a buscar la parte extraviada mientras el conductor se puso de pie sobre el coche con la radio en mano tratando de captar señal. Lo único que se oía era el ruido de la radio sin señal, un pájaro carpintero golpeando un árbol y el aire moviendo algunas hojas. Estuvimos una media hora hasta que dimos con el trozo de vehículo.

Mi paseo en patrulla, el único de mi vida, había durado muy poco, pero la anécdota perdura hasta hoy.

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3 comentarios

  1. muy buen blog, lo acabo de conocer por recomendación de un amigo, estoy interesado en viajar pero indeciso por saber a donde ir, mis opciones son Italia o Argentina pasando por machu pichu, además de que no se que sea mejor si comprar un paquete de viaje o ir a la aventura. ojala me puedas recomendar

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