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Viajes y salud: ¿por qué contratar un seguro?

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Los winglets hacen más seguros nuestros vuelos.

No hay nada peor que ponerse malo en un viaje. O sí. Probablemente sí, pero lo que está claro es que tener que visitar al médico o, lo que es peor, el hospital cuando se está en mitad de las vacaciones, se encuentra en la lista de las cosas peores que te pueden pasar durante el año, sobre todo si decides hacer un viaje de aventura. Para ello, menos mal, ya existen compañías especializadas, como Intermundial, con las que contratar seguros deportivos y de viaje para este tipo de vacaciones es fácil y da tranquilidad.

Y uno pensará, ¿un seguro? ¿Para qué, si nunca pasa nada? Y a esto se le contestaría la frase tan paternalista de: “nunca pasa nada hasta que pasa”, que hemos oído mil veces. Es cierto que nuestra cultura de la inmediatez, del carpe diem y del presente nos hace pensar poco en las probabilidades del futuro y, cuando ese escenario hipotético, que jamás se había pasado por nuestra cabeza ni de broma, se hace real, nos pilla desprevenidos y la cosa cambia. Ay, vaya si cambia.

Llevas todo el año entrenando, preparándote para correr, por ejemplo, la maratón de Berlín. Todos los días le has dedicado, al menos, una hora, sacrificando otros planes y, sobre todo, con mucha ilusión. Viajas hasta la ciudad alemana y el día antes te da por darte una vuelta en bicicleta. Tropiezas con los raíles del tranvía, pierdes el equilibrio y te caes. Y te lesionas. Estas cosas pueden pasar. Claro que es muy mala suerte, pero realmente pasan. Y da igual si la lesión no es muy grave, está claro que al día siguiente no podrías correr siquiera 5 km. Los 42 los sueñas. Contar con un seguro que te cubra lo que has pagado por el dorsal y por no poder participar en la carrera se agradece en ese momento en el que sólo piensas en la mala pata (nunca mejor dicho).

Este caso es lo que se denomina bajo el paraguas “pérdida de servicios” y es una categoría de seguro que cubre todo lo relacionado con, precisamente, el no disfrute de servicios contratados por causas ajenas a la persona, por ejemplo: pérdida de vuelo por overbooking, cancelación a última de hora actividades por parte de la empresa que las gestionaba, retraso y pérdida de conexiones o temas así. Con este tipo de seguros se podrá recuperar el gasto que se hizo por la contratación.

El ejemplo del maratón que no se ha hecho y de los gastos ocasionados en la visita al médico es perfecto para ilustrar cuánto son útiles este tipo de seguros. De todas formas, no hace falta irse a estos extremos de mala suerte para poder explicarlo, basta pensar que estás esperando tu equipaje en la cinta transportadora y que, después de un buen rato y que la cinta gire ya en vacío, tu maleta no ha salido. Es probable que ya no vaya a hacerlo, al menos a corto plazo. Si tienes un seguro de viaje podrás empezar tus vacaciones medianamente tranquilo. Y esto quizá también sea mala suerte, pero nos ha pasado a casi todos los que viajamos a menudo, al menos, una vez.

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