Muy cerca de Brasov, a aproximadamente cincuenta kilómetros, en el distrito de Prahova (donde se hacen algunos vinos, por imposible que parezca), se encuentra la ciudad de Sinaia. Creo que todo viajero que quiera recorrer este país de Europa del Este debería de realizar una parada, por pequeña que fuera, en esta ciudad.
Sinaia tiene aproximadamente quince mil habitantes pero recibe muchísimos turistas, tanto nacionales como extranjeros, ya que es la sede de dos monumentos de grandísima importancia: el Monasterio de Sinaia (que da nombre a la ciudad y que etimológicamente viene del Monte Sinaí, como os habréis imaginado) y el Castillo de Peles.
El Monasterio de Sinaia se encuentra habitado por monjes de la iglesia ortodoxa pero también permite ser visitado por los turistas. Está en pie desde el año 1700 y cuando el príncipe Mihail lo construyó sólo dejaba que doce monjes lo habitaran, para imitar a los doce apóstoles. Evidentemente el número de monjes fue creciendo con posterioridad.
Se trata de un lugar lleno de pinturas antiguas, muebles que tienen más de trescientos años y una torre con un campanario que llama la atención. Si no queréis gastar dinero en la entrada, mi recomendación es que al menos le echéis un vistazo al exterior.
El Castillo de Peles es mucho más imponente y es uno de mis rincones favoritos de Rumanía. Se construyó en 1880 por orden del rey Carol I (el que consiguió la independencia del país, por cierto). En realidad se trata de un palacio, pero no sé muy bien por qué todo el mundo le dice «Castillo». Está abierto al público y se puede visitar, viendo las diferentes estancias y salas de armas así como los jardines del palacio.
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